17/5/08


Decía Rahner ("el cristiano y la palabra poética") que en la poesía se hace presencia lo que está ausente. Lo inefable se presencia callado en lo fable.
Lo que era ausencia se hace aquí y ahora. En lo poético el presente se plenifica en la palabra. La palabra rompe la noche.
Todo se hace profundo. Es todo alma.

Freud llamaba ( El malestar en la cultura) sentimiento oceánico a ese sentir de la persona que te abarca y parece que se está en contacto con el todo. Sentirse infinito en un mundo que te lleva a la finitud. No solo porque uno muere y esa conciencia de muerte te succiona todo sentido, sino también porque todo muere. No solo la vida. Mi cigarrillo, mi bebida y mi amor también mueren. Ante ese sentimiento de océano y eternidad al saberse limitado en tiempo y espacio el hombre se pregunta. El hombre escribe porque existe un sentimiento trágico (Unamuno), un sentimiento de muerte. El hombre es una roca en otra roca entre millones de rocas, pero esa pequeña roca se pregunta y se hace cargo de la pregunta. El hombre es un ser metafísico. Tiene peso ontológico propio (Hegel). Pero esa pregunta te abarca todo el ser, te cuestiona el existir. La pregunta pareciera ser a priori, nacemos con la pregunta. Somos pregunta. Víspera de algo. Incompleto.

Justamente ahí, en esa quebradura que parte al medio el sentido, nace la poesía. No entiendo: poetizo, escribo, me enamoro, pinto. También: mato, me suicido. Enloquezco.


El poeta está desnudo ante lo Innombrable, lo infinito. En la noche del poeta todo se vuelve alma.
Todo es carne viva. Rostro. Desnudez.
Y es, por último, nada.

Conocí al Padre Francisco (Prior de la Abadía del Niño Dios, Victoria, Entre Ríos, Argentina) cuando hacía una experiencia en el monasterio. Gracias a Dios, tiempo después, me di cuenta que no era para mí la vida monástica. El calor y el trabajo no me son compatibles ni un poquito. En esa experiencia descubrí algunas de sus poesías. Ahora que fui como docente con mis alumnos a realizar un retiro, compré en la librería Tú, en el arco iris. Aproximación a la poesía mística. Editado este año. No haré un estudio, ni ensayo, ni análisis. De eso se encargan de modo breve la Licenciada Ana María Zanello y el Padre Eduardo Ghiotto, osb. Hay que leerlo. Ilumina el camino como toda buena poesía. Como el canto gregoriano y el viento suave, la poesía de Francisco cala en lo hondo. Pero despacio y tranquilo. Sosegado. Calmado. El salto se da en la calma (San Juan de la Cruz).


Enlaces para profundizar en su vida:

Colectividades Argentinas

Inmigración y Literatura


No hay comentarios: