30/4/08


En la página ochenta y ocho de las Obras Completas (la editorial sigue siendo un misterio) Borges nos cuenta: “... y en el Fedro –Platón[1]-, narró una fábula egipcia contra la escritura ( cuyo hábito hace que la gente descuide del ejercicio de la memoria y dependa de los símbolos), y dijo que los libros son como las figuras pintada, <que parecen vivas, pero no contestan una palabra a las preguntas que se les hacen>. Para atenuar o eliminar este inconveniente imaginó el diálogo filosófico. El maestro elige al discípulo, pero el libro no elige a sus lectores, que pueden ser malvados o estúpidos; este recelo platónico perdura en las palabras de Clemente de Alejandría, hombre de cultura pagana: <Lo más prudente es no escribir sino aprender y enseñar de viva voz, porque lo escrito queda>. Y en el mismo tratado: < Escribir en un libro todas las cosas es dejar la espada en manos de un niño>. Ya decía El propio Jorge Luis, que se publica para no seguir corrigiendo.

Al principio de la elocución Borges no nos deja sin cultura al decir en palabras de Mallarmé que el mundo existe para llegar a un libro. Es decir que podemos justificar, junto al poeta, el fenómeno estético de los males. Pensemos: ¡no existiría Crimen y Castigo si el mal no existiera. Dostoievski ya justifica el asesinato, al menos, como hecho estético.

El libro no es otra cosa que el modo de no pasar al acto. Escribo para no asesinar o para no suicidarme, casi lo mismo: suicidarse es matar a todos. El mismo Goethe, se enfureció sobremanera cuando se enteró que muchos de los lectores de Memorias del joven Werther se suicidaron junto al protagonista. Confesó que él mismo no se suicidó porque lo escribió. Es decir, el que se suicida al terminar de leer la novela no entiende no sólo el hecho estético, que en sí no es bueno ni malo, sino tampoco los artilugios de la literatura. Los dioses han querido que existan los males, no tanto por malhumorados (quién no ha de malhumorarse al saberse inmortal en este mundo que nos lleva a la muerte) sino más bien para que se traduzcan, VG. en Guerra y Paz.

Después de este comienzo, que más que una introducción es un telegrama, comenzamos:

No es del todo desacertado pensar que los destinatarios de los libros siguen siendo los mismos. El objetivo de alguien que quiere ser lector es, al menos, comprarse un libro digno. Y digo digno no tanto por su contenido más bien que por su continente. Por ejemplo, no podemos concebir un libro con hojas pegadas. La cola se seca al poco tiempo y abrir un libro no es ya abrir un libro sino abrir un block de hojas. La hojas salen desnudas por el aire y van volando por los vientos nocturnos (si uno lee de noche, si esto no es así, cambien vientos nocturnos por vientos diurnos). Cada vuelta de página es, en realidad, una pérdida de página. Cada lectura un block perdido. Pero sabemos muy bien que estas ediciones son más baratas de fabricar, aquí no se cuestiona eso. Lo que se cuestiona es que me están cobrando un libro con hojas pegadas, por lo cual también sin pliegue[2], como una edición de lujo. Y no se habla de libros extranjeros, donde estaría más justificado el asunto, se habla de libros de imprenta argentina. ¿No será, acaso, que los editores juegan con el target, es decir, con que los destinatarios de los libros son gente con un nivel económico pudiente?

Amigos, los lectores siguen siendo los mismos. Destinados a la clase pudiente, los libros continúan estando, aunque en menor medida, preservados para un grupo elitista. La feria del libro sigue siendo el monasterio y siguen entrando los mismos monjes. Se me dirá que esto pasa en América Latina, no en Europa. No digo que no. Se me dirá también que hay ediciones baratas de los clásicos. Pero estamos en la misma. Si son clásicos querré consultarlos gran parte de mi vida y para ello necesito una calidad digna, al menos con hojas cosidas.

Queremos que salga la ley de obesidad (recemos, necesito estar flaco) y aumentar la calidad del servicio de trenes. También queremos que los cigarrillos estén más baratos y que los taxistas griten menos. Que los colectiveros nos paren cerca y no nos lleven a las andadas. Pero gritemos de una vez por todas que no queremos que desde la editoriales se abusen con los precios. Que preferimos menos lujo en las grandes librerías y más lujo en los libros. Que queremos gente que piense, que lea, que estudie y menos cartoneros. Y digamos, y esto es importante, que la fotocopia del libro es ilegal y deja sin trabajo al editor, al corrector, al impresor, al autor, al seleccionador, al vendedor de las cadenas, a la cajera y a los dueños de las cadenas y a los dueños de los puestitos del Parque Rivadavia y, para colmo, se terminan perdiendo en los cajones o terminan como combustible en el asado del domingo. Tengamos más bibliotecas y menos celulares. Pensemos que desde que el hombre es hombre quiso comunicarse (homo loquens, dirá Heidegger) por escrito (arte rupestre), pero vivió muchos años sin celulares. Y lo digo yo, que amo los celulares con camarita y mp3.

Por último: leamos, leamos, leamos. El Ser complejo goza más. Una ameba simplemente se parte en dos. El que razona se pregunta y el que se pregunta goza, aún cuando no encuentra respuesta.




[1] Nota del autor.

[2] Las hojas cuando son cosidas son pliegues de varias hojas. Si una hoja se quiere sacar, se deberán sacar todas o casi todas.

27/4/08


El Colegio Máximo de San José es el antiguo seminario de los jesuitas. Hoy se encuentran allí las facultades de Filosofía y Teología dependientes de la Universidad del Salvador. En el lugar viven actualmente una comunidad de jesuitas que se dedican casi exclusivamente a lo académico. Allí cursé parte de mis estudios, cuando era religioso.
El padre Osvaldo Pol S.J., que antes que cualquier título es un excelente poeta, nos impartió a un grupo de jubilosos seminaristas y religiosos un "curso intensivo" sobre los místicos del siglo de oro español: San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Ávila. Llegaba un momento, después de horas de escucharlo, que solo unos pocos manteníamos la vista en alto. Los demás, muertos de sueño e insensibilidad poética, miraban para abajo escrutando el porvenir de sus zapatos negros, de sus hábitos o, quién sabe, mandando mensajes de texto. En general éramos siempre los mismos los que prestábamos atención: dos jesuitas estudiantes, un laico y yo.
Nos tocó el turno de analizar Llama de amor viva. En el momento de leer el último verso de la primera estrofa, a saber:


  ¡Oh llama de amor viva
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva
acaba ya si quieres,
¡rompe la tela de este dulce encuentro!


pregunté: "ya que los poemas de espiritualidad carmelitana tienen sus raíces en el Cantar de los Cantares, un texto por demás erótico, en donde la persona siempre se nombra en femenino, más allá de su sexo y se mantiene una total pasividad, pues el Amado o el Esposo es Dios, es posible que Juan de la Cruz, al declarar "rompe la tela..." haya remitido, aún en su inconsciencia, a romper la virginidad de la mujer. Dejar se ser virgen como deja de ser virgen una niña, aún metafóricamente? o, acaso, lo remito yo porque no dejo de pensar en el sexo?"


26/4/08


A través de una mujer conocí a Antonin Artaud. Leí más su prosa y su poesía que su teatro del absurdo. Llegué a conectarme con él de una manera profunda. Hemos compartido dolores, él desde el cielo de los locos, que también será mi cielo. Y yo desde aquí, que no es menos duro que Rodez. Transcribo Carta a mi psiquiatra, de Artaud.


Doctor,

Hay un punto sobre el cual habría querido insistir: es el de la importancia de la cosa sobre la cual actúan sus inyecciones; esta especie de relajamiento esencial de mi ser, esta reducción de mi estiaje mental, que no significa como podría creerse una disminución cualquiera de mi moralidad (de mi alma moral) o siquiera de mi inteligencia, sino más bien de mi intelectualidad utilizable, de mis posibilidades pensantes, y que tiene que ver más con el sentimiento que tengo yo mismo de mi yo, que con lo que muestro de él a los demás.

Esta cristalización sorda y multiforme del pensamiento, que escoge en un momento dado su forma. Hay una cristalización inmediata y directa del yo en el centro de todas la formas posibles, de todos los modos del pensamiento.

Y ahora, señor Doctor, que ya está usted bien al tanto de lo que en mí puede ser alcanzado (y curado por las drogas), del punto de litigio de mi vida, espero que sabrá darme la cantidad de líquidos sutiles, de agentes especiosos, de morfina mental, capaces de elevar mi abatimiento, de equilibrar lo que cae, de reunir lo que está separado, de recomponer lo que está destruido.

Mi pensamiento lo saluda.

18/4/08



Tengo en un cd unos cuantos poemas de Borges recitados por él. Bien conocido es el álbum y muy de mi interés. Busqué en los laberintos youtubeanos y encontré unos videos editados por muchachos que le han puesto música de fondo a su voz. No encontré quien, cansado de la música- había que decirlo de una vez por todas- no le agregue ningún artilugio musical a la voz desnuda del poeta. Di a torcer el brazo ( y mi brazo es grande) y ubico aquí la voz de Borges recitando el poema "El golem" con un piano de fondo no del todo de mi agrado. Contiene, también, unas imágenes. Según el autor - editor del video:

El poema EL GOLEM, de Jorge Luis Borges, leido por él mismo en una grabación de 1967. Las imágenes pertenecen al filme 'Der Golem: Wie er in Die Welt Kam' (1920), de Paul Wegener y Carl Boese. La música es del húngaro György Ligeti.

Borges explica: "El Golem es al rabino que lo creó lo que el hombre es a Dios, y es también lo que el poema es al poeta."

EL GOLEM

Si (como el griego afirma en el Cratilo)
El nombre es arquetipo de la cosa,
En las letras de rosa está la rosa
Y todo el Nilo en la palabra Nilo.

Y, hecho de consonantes y vocales,
Habrá un terrible Nombre, que la esencia
Cifre de Dios y que la Omnipotencia
Guarde en letras y sílabas cabales.

Adán y las estrellas lo supieron
En el Jardín. La herrumbre del pecado
(Dicen los cabalistas) lo ha borrado
Y las generaciones lo perdieron.

Los artificios y el candor del hombre
No tienen fin. Sabemos que hubo un día
En que el pueblo de Dios buscaba el Nombre
En las vigilias de la judería.

No a la manera de otras que una vaga
Sombra insinúan en la vaga historia,
Aún está verde y viva la memoria
De Judá León, que era rabino en Praga.

Sediento de saber lo que Dios sabe,
Judá León se dio a permutaciones
de letras y a complejas variaciones
Y al fin pronunció el Nombre que es la Clave.

La Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,
Sobre un muñeco que con torpes manos
labró, para enseñarle los arcanos
De las Letras, del Tiempo y del Espacio.

El simulacro alzó los soñolientos
Párpados y vio formas y colores
Que no entendió, perdidos en rumores
Y ensayó temerosos movimientos.

Gradualmente se vio (como nosotros)
Aprisionado en esta red sonora
de Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora,
Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros.

(El cabalista que ofició de numen
A la vasta criatura apodó Golem;
Estas verdades las refiere Scholem
En un docto lugar de su volumen.)

El rabí le explicaba el universo
"Esto es mi pie; esto el tuyo; esto la soga."
Y logró, al cabo de años, que el perverso
Barriera bien o mal la sinagoga.

Tal vez hubo un error en la grafía
O en la articulación del Sacro Nombre;
A pesar de tan alta hechicería,
No aprendió a hablar el aprendiz de hombre,

Sus ojos, menos de hombre que de perro
Y harto menos de perro que de cosa,
Seguían al rabí por la dudosa
penumbra de las piezas del encierro.

Algo anormal y tosco hubo en el Golem,
Ya que a su paso el gato del rabino
Se escondía. (Ese gato no está en Scholem
Pero, a través del tiempo, lo adivino.)

Elevando a su Dios manos filiales,
Las devociones de su Dios copiaba
O, estúpido y sonriente, se ahuecaba
En cóncavas zalemas orientales.

El rabí lo miraba con ternura
Y con algún horror. ¿Cómo (se dijo)
Pude engendrar este penoso hijo
Y la inacción dejé, que es la cordura?

¿Por qué di en agregar a la infinita
Serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana
Madeja que en lo eterno se devana,
Di otra causa, otro efecto y otra cuita?

En la hora de angustia y de luz vaga,
En su Golem los ojos detenía.
¿Quién nos dirá las cosas que sentía
Dios, al mirar a su rabino en Praga?
En la contra tapa de de "Extracción de la piedra de locura. Otros poemas." de Ediciones Corregidor Dice A. P. de Mandiargues (escritor francés):

"Releo con frecuencia tus poemas y les doy a leer a los otros y les tengo amor. Son lindos animales, un poco crueles, un poco neurasténicos y tiernos; son lindísimos animales; hay que alimentarlos y mimarlos; son preciosas fierecillas cubiertas de piel, quizá una especie de chinchillas: hay que darle sangre de lujo y caricias. Tengo amor a tus poemas; querría que hicieras muchos y que tus poemas difundieran por todas partes el amor y el terror."


Alejandra terminó su vida de la misma manera que la vivió: se suicidó. Murió en la poesía. En la cumbre. En el terror. Vivir aterra tanto a los lúcidos como a los místicos. La muerte no es tanto un término como una salida, un escape. No me mato yo, mato al mundo que me aterra. Vivimos entre dos situaciones negativas, del no-ser al no-ser. De la nada a la nada. Y hay quienes se creen felices. Cuánto coraje!

Aquí mi homenaje. Mis anotaciones en sus poemas.