20/4/10

La aceptación de uno mismo es la esencia del problema moral y el epítome de cualquier

comprensión global de la vida. Dar de comer a los hambrientos, perdonar los agravios y

amar a nuestros enemigos en nombre de Cristo son, sin duda, grandes virtudes. Lo que hago

al último de mis hermanos se lo hago también a Cristo. Pero ¿qué sucede cuando descubro

que el más insignificante de todos ellos, el más miserable de los mendigos, el más procaz de

los pecadores, el verdadero enemigo, se hallan en mi interior y que soy yo mismo quien

necesita de la limosna de mi propia amistad, que yo soy el enemigo que debe ser amado?

C. G. Jung, Modern Man in Search of a Soul, (Londres: Harcourt Brace Jovanovich, 1955), pp. 271-2.