8/8/08

Toda la gente que visitaba el lugar se arremolinó alrededor de Borges, y de pronto apareció caminando junto a Cutini un espléndido animal. Yo creí que guiaría la mano de Borges para que acariciara la cabeza del tigre. Cutini le explicaba a Rosie que el maestro tendría el honor de acariciarla y que ella sería, a su vez, honrada por Borges, que estaba ansioso por conocerla.
Luego de estas explicaciones le dijo: "Saluda al maestro, Rosie". Ella, acercándose, puso las dos patas sobre los hombros de Borges, que le acariciaba el flanco mientras ella le lamía la cabeza como si fuera uno de sus cachorros. La gente contenía la respiración, había un silencio que se sentía como una presencia física. De pronto se oyó la voz de Borges que decía: "María, ¿cree que puede arañarme? ¡Qué peso tiene! ¡Y qué olor...!

1 comentario:

LuchinG dijo...

Mientras más la veo, más símpática me parece esta foto.
Saludos.